te vieron a ti señor
y mi vida
y mi día
se impregnaron de tu amor.
De noche tus estrellas me guardaron
y el cielo se puso magenta por el fuego
de tu voz.
La música en mis oídos
era dulce alabanza
y mis palabras se convirtieron en lenguas de tu espíritu,
que hablo a través de mi alma
y bendijo todo mi ser...
Y en tu nombre Santo,
hoy muero a mi carne y ante ti me vuelvo a entregar..
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