Me perdí esa miel dulce de tus ojos
y me toste en ese tono bronceado de tu piel.
Pasaron las horas y fue como si el tiempo se detuviera
en ese mar infinito de tu pecho.
La ciudad en tu presencia esta vacía, la tengo a mis ojos cegada
por tu sonrisa.
Ya no eres vino nuevo, sino anejo, suerte que aun no llegas a vinagre
y que te quiero beber.
Y eso que cuando apareces puedo imaginar tantas maneras de tu piel tocar.
Estoy contando esa constelación de lunares desde atrás de tu cuello
hasta la mejilla derecha , supongo que en mi realidad actual es lo único que puedo ver..
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