De concha y queso

Llega el gran domador de esta fiera que intenta dejar de andar
Le miro y siento las piernas sudar
Una gota tras otra resbala por mi espalda
Y mi concha hermosa se siente mojada, exitada enrojecida y ardida
Como resistirá mi rostro su salvaje barba de dos días sin rasurar y ese lunar camino a verruga de su mejilla derecha, tomo un trago mientras el habla y deseo colgarme de su cuello y decir cuanta travesura sucia se me ocurra a su oído y besarlo y que me toque, no importa si hay mas personas en aquel lugar tímidamente bajo la mirada, mi respiración se acelera, hace mucho tiempo que alguien me doma sin intentarlo, pero mas tiempo aun desde que un hombre me pone nerviosa.